Los alpinistas lo saben muy bien: la eficiencia de un equipo depende en gran parte de la habilidad de quien lo usa. Por ello, si hablamos de protecciones, su fiabilidad depende de cómo y dónde se usan. Ello no significa que para los materiales de alpinismo no existan parámetros objetivamente importantes y que, en consecuencia, los mismos
materiales tengan que responder a rigurosas normas establecidas por la UIAA (Unión Internationale des Associations d’Alpinisme) y por la Unión Europea. La directiva europea entró en vigor en 1995 y los equipos que cumplen con las normas EN llevan la marca CE. Sin embargo, para dar un ejemplo, si la norma relativa a los nudos prevé una carga mínima de rotura igual a 2 kN; es fácil entender cómo, en realidad, dicho valor absoluto depende de la situación concreta, ya que la resistencia de un anclaje (acoplamiento metal-roca) está en función también del tipo de roca y puede variar mucho de la observada durante las pruebas. Razonar de esta manera significa evaluar correctamente el material: ir mas allá de los números para considerar también la historia de la empresa productora, sus estándares de fabricación, su atención a la calidad y, además, su participación en grupos de trabajo convocados para redactar las normas a respetar. En este sentido, basándose en una sólida tradición de más de 120 años de excelencia, de la certificación ISO 9001:2008 y de más certificaciones UIAA que cualquier otra empresa, CAMP no teme ninguna comparación, ya que se encuentra en una posición de incuestionable ventaja.